sábado, 21 de enero de 2012

Las Princesas Liliana y Violeta


Las Princesas Liliana y Violeta


 En el reino de Astrix estaban de celebración. Todos estaban contentos, reían, bailaban y vitoreaban a la feliz pareja. La princesa Liliana se había casado.

La princesa Liliana era la heredera al trono, primogénita de la Reina Alisa, pero no era una princesa al uso. No le gustaban los vestidos pomposos ni los moños altos, vestía vaqueros y camisetas, minifaldas y vestidos de algodón orgánico. Su pelo era ondulado, de color azul y su piel celeste como el cielo. Era vegetariana, respetaba y amaba a todos los animales y había prohibido la caza en su reino. La princesa Liliana era lesbiana. Ella lo tenía claro, no quería un príncipe azul! ni verde, ni rojo ni de ningún color! Los príncipes no le gustaban, eran egoístas, vanidosos, te hacía comer perdices y ponerte tacones. Ella prefería a las princesas.

Y buscando, buscando, y tras mucho viajar un día llegó a un lugar extraño, llamado Kubic. Ante ella encontró una gran muralla que rodeaba un pequeño reino de forma cuadrada.

Sus habitantes eran pálidos como el hielo, con el pelo blanco y la cara lánguida y triste. Además eran tan cuadriculados que sus cabezas se volvieron cuadradas! Todos caminaban serios, sin mirar a nadie, sin apenas saludar. Y todos vestían igual! Tenían la ropa clasificada por días: los lunes un pantalón marrón y un jersey blanco, martes pantalón negro y jersey morado, etc…..

Los reyes de Kubic eran muy estrictos, no aceptaban nada que fuera diferente a ellos, no les gustaban las fiestas, ni los gritos ni ningún tipo de alboroto. Por eso, cuando nació la princesa Violeta quedaron impresionados. Decían: ¿Cómo ha podido ocurrir? La princesa Violeta no era como ellos, había nacido con la piel de color violeta y su pelo era rosa y ensortijado. Su carita era redonda y tenía una gran sonrisa. La reina estaba desolada, no paraba de llorar y el rey acudió a todos los médicos del reino para intentar curar a su hija, pensando que estaba enferma. Probaron con todo tipo de tratamientos, hasta la bañaban con leche para intentar aclararle la piel, pero la princesa violeta crecía siendo violeta y con el pelo rosa. De modo que sus padres la encerraron en el castillo, para que no saliera, no fuera que contagiara a alguien. Pero la princesa Violeta era una niña feliz, juguetona y no se conformaba con estar encerrada en el reino. Muchas veces intentó escapar, quería descubrir lo que había tras los muros y buscar en otros reinos gente como ella, pero siempre la pillaban.

Un día, cuando la princesa ya tenía 20 años se metió en la cocina, entró en la despensa y se metió en el saco de harina. Cuando salió parecía un fantasma! Estaba blanca, blanca! Y aprovechó para poder escapar.

Violeta estaba saliendo de la muralla, sacudiéndose la harina de sus vaqueros cuando, al levantar la cabeza vio frente a ella un caballo. Sin querer mirar al jinete pensó “me han pillado”.

“¿Necesitas ayuda?¿o un pañuelo para limpiarte?” y la voz sonrió mientras una mano celeste le alargaba un pañuelo rosa. Entonces Violeta levantó la mirada y vio que el jinete era una chica de piel celeste y pelo azul. Se quedó sorprendida, no podía articular palabra, era preciosa, era diferente como ella!

-“Hola, soy la princesa Liliana ¿estas bien?” dijo

-“Sí, sí, perdona es que me he quedado sorprendida al verte” le respondió mientras se sacudía el pelo y limpiaba su cara con el pañuelo que la chica le había dado.

-“Es preciosa” pensó Liliana, “¿te puedo ayudar o llevar a algún lado?” le dijo

-“Perdona, no me he presentado. Soy la Princesa Violeta, de aquí, el reino de Kubic, pero estaba intentando escapar del castillo donde me tienen encerrada mis padres desde que nací. La verdad es que no tengo rumbo concreto, sólo quiero salir a explorar el mundo, y quería encontrar a alguien como yo, pero no tan pronto! Jajaja” y violeta echó a reír.

-“¿Cómo? creo que no he entendido la última parte” le dijo Liliana extrañada.

-“Sí, yo quería encontrar a gente que no fuera blanca de piel, que fueran raros como yo. En mi reino, como as visto todos son iguales”

-“Perdona, ¿me estas llamando rara? Raro tu pueblo! ¿nunca has visto a nadie de color?” le dijo Liliana, que no sabía si enfadarse o sorprenderse

-“No, nunca. En mi reino siempre me han llamado rara, me han tratado diferente por cómo soy, por no ser igual a los demás”

-“Entonces ya sé donde puedo llevarte! Te vas a venir conmigo a mi reino, a Astrix! Sube!”

Y Liliana le tendió la mano a Violeta para subir al caballo. En ese momento, sintió un cosquilleo en la barriga como si mil mariposas estuvieran revoloteando dentro de ella. Las dos chicas se quedaron mirando, y tras un segundo eterno Liliana cogió las bridas del caballo y emprendieron rumbo a Astrix.

Por el camino de vuelta fueron hablando de sus gustos, aficiones, de cómo había vivido Violeta encerrada en el castillo.

Pararon junto a un pequeño lago para descansar, dejaron al caballo a la sombra de un sauce y ellas se acercaron a beber. Mientras Violeta terminaba de lavarse en el lago, Liliana sacó de su zamarra la comida que llevaba. Ambas se sentaron bajo el sauce a comer mientras seguían hablando. Siguieron charlando aprovechando la sombra que les daba el sauce. Liliana le hablaba de los árboles, los pájaros y la madre naturaleza, mientras Violeta escuchaba pensando “que es esta sensación, ¿porque tengo este sentimiento?“

Decidieron emprender de nuevo el camino, y cuando Liliana tendió la mano a Violeta para ayudarla a levantarse se fundieron en un beso.

Por el camino de vuelta a Astrix siguieron charlando y llegaron a su destino a la noche. En las puertas del reino, Liliana le dijo a Violeta: “Quédate aquí conmigo. Cásate conmigo. Vivamos aquí, no quiero que te marches. Te enseñaré lo que es la felicidad y te enseñaré la diversidad, lo que de verdad nos hace iguales a todos dentro de nuestras diferencias, esa es la esencia de Astrix. Te enseñaré el pueblo, a su gente y gobernaremos un día las dos”

-“Sí” le dijo Violeta. “Nunca había sentido esto por nadie, nunca conocí a nadie igual a ti”

A la mañana siguiente Liliana y Violeta salieron a conocer el pueblo. Violeta no paraba de sorprenderse. Todos saludaban con un afectuoso “Buenos Días!”. En el mercado se escuchaba mucho alboroto, los mercaderes pregonaban su mercancía y la gente charlaba por las calles. Había gente de todos los colores que hubiera podido imaginar Violeta, cada uno diferente, cada uno vestido a su manera y con el pelo según querían.

Liliana le presentó a la gente del reino. Así llegaron a una casita que estaba pintada con flores de colores. De ella salió una señora regordeta, con una cara muy simpática, el pelo amarillo recogido con un moño y su piel era rosa. Era la señorita Margarita, le encantaban las flores y tenía un jardín precioso.

En el puerto conocieron al Capitán Jarpot, tenía una pata de palo, una barba azul muy larga y era de color naranja. Vivía en un barco pintado de rojo con anclas azules dibujadas.

Llegaron a una casa pintada con mariposas. De ella salió la señora Flor, una mujer muy alta, muy bien peinada, con un sombrero de paja y con un vestido de florecitas. La señora Flor le contó que ella cuando vivía en su antiguo reino se llamaba señor Flanigan, pero quería vestir con faldas y llevar sombrero, no le gustaba ser hombre y prefería los tacones, así que se mudó a Astrix, cambió su nombre, su vestuario y pintó su casa con mariposas.

Conforme pasaban los días, la princesa Violeta, que se había sentido un bicho raro toda su vida por no ser cuadriculada, descubrió que los raros eran ellos, que lo normal es ser diferente, y así empezó a ser feliz.

Y llegó el día de la boda, con el que hemos empezado esta historia. La princesa Violeta y la princesa Liliana se casaban. Llevaban un vestido blanco, una corona de flores en la cabeza y un ramo de rosas de colores del jardín de la señorita Margarita.

Y vivieron felices por siempre.

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